¿Era preciso armarla?-Juan de Loxa

Artículo de Juan de Loxa en la web La Transición en Andalucía, 22 de noviembre de 2011.

Cuando a finales de los años sesenta, Pablo del Águila, jovencísimo poeta granadino, me entregaba el libro de Félix Grande, Blanco Spirituals, saltó sobre mis ojos, como un gallo de pelea, su poema a Manolo Caracol.  Es la calamidad lo que este hombre examina..., empezaba el texto, y algo como un grito empezó a deambular por el laberinto adolescente de quien, recién salido del servicio militar, no había tenido aún tiempo suficiente, aunque sí aventura, para una reflexión que empezara a diseñar un modelo para amar nuestra tierra, profundizando con sus brazos hasta más arriba de las axilas, los hombros, el hombre y sus alas, hasta la raíz o el aljibe.
Puede que suene a castañuelas líricas estas palabras preliminares, si no fuera porque ahora mismo, pido prestados otros versos a  Félix Grande, del poema Pasos en la escalera, publicado en el nº 0 de la revista Poesía 70  (diciembre 1968), en donde la emigración andaluza muestra su radiografía de la desolación: .../junto al papel de cartas el reloj el vaso de agua / miran la mesita de la noche se lavan despacio / interrumpiéndose entre el jabón y la provincia / toman la medicina más económica  del mercado / y se masturban solitarios al borde del pañuelo de la nariz / para que la vieja patrona no se entere de su miseria /. Y una cita, del muy justamente reivindicado José Hierro: ... Ojú / qué frío ... los andaluces ... .

Los andaluces que empiezan asomando el rostro y las heridas. Y Ángel Luis Luque, Antonio Mata, Enrique Moratalla, Juan Titos, Pascual, Esteban Valdivieso, Juan José Ceba, Miguel Ángel González, Carlos Cano y yo mismo, proclamando: Eso lo digo yo / que te conozco bien, andaluz. Paralelamente a estos muchachos de “Manifiesto Canción del Sur”, otros creadores andaluces enseñaban sus armas creadoras, desde el Teatro Lebrijano a Smach... Luego,  Triana, por los ruedos, junto a otros muchos abridores de horizontes. Jarcha, en otra clave, abriendo paso. Porque yo tengo que seguir cantando, en palabras del viejo poeta que aún no había entrado en Granada, pero que mantenía vasos comunicantes con la juventud cómplice, desde el Trastévere romano. Se hablaba con una nueva música y con una nueva letra. Andalucía empezaba a escribirse de otro modo y con los colores adecuados.
Nosotros los de entonces..., (gracias, Pablo Neruda), o yo al menos, si deseo agradar, ser políticamente correcto, mentirme para recibir la mano en el hombro y un gesto compartido, me sentiré obligado a manejar los datos del ayer, como un ejercicio de nostalgia o de una forma de subrayar, no sin cierta vanidad, aquellos pilares, que un día, ayudaste a levantar, para entrelazar el puzzle formado por unos colectivos para los que Andalucía y sus gentes, era algo más que  telón de fondo, la encarnación de una forma de ser encendida, revolucionaria y amorosa.

Para un escritor, en la circunstancia de Juan de Loxa, más de  activista cultural que de un profesional de la literatura, mirarse el ombligo significa un ejercicio arriesgado, y más a su edad,  y porque se siente además al regreso de casi todo. Las cicatrices ya no habrá quien las borre, aunque, acaso, recuperar aquella bandera andaluza de 1973, pintada sobre metal, con nueve letras en desorden de plata refulgente e imanes en el corazón, que si bien las organizas solo pueden configurar una palabra, una sola lectura, una sola dirección, ANDALUCIA, podría, aún,  y como homenaje a mi amigo Julio Cortázar, intentar armarla, o mejor, que un pájaro, como un grano de trigo, nos arrebate la ere que nos sobra  ¿? , conjugar el verbo amar, ya con menos errores, ya con menos engaños. O que salga el sol por Antequera, y nos pillen sus rayos.

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