Desde estas altas rocas innombrables pudiera verse el mar

Ediciones Anel. Edita Poesía 70. Granada, 1973.

Escribía José G. Ladrón de Guevara el 22 de julio de 1973 en las páginas del diario Ideal: "Recordemos lo que dijo el viejo gran Whitmann:"Quien toca este libro toca un hombre". Digamos lo mismo ahora. Porque al abrir este libro de Pablo del Águila estamos entrando, penetrando, desentrañando, descifrando la vida de un hombre. Leyéndolo -a ser posible con mucha lluvia por música de fondo- junto al balcón cerrado, la casa apenumbrada, el corazón en paz, comprenderemos que lo peor, como ya se sabe, -como ya lo sabía él-, son las noches, la noche total (las risas muy lejos) abrazándonos por la espalda, sujetándonos al desamparo del mundo."

En la contraportada de este primer libro de Pablo del Águila, leemos: "La presente entrega reúne, en su totalidad, la última producción poética del autor, realizada durante 1968, y en la que se nos trasluce el bagaje cultural alcanzado por el poeta, en síntesis perfecta con su imponente sensibilidad y humanísimo ayuntamiento de ética y estética. Podría decirse que estos poemas son el monólogo de una generación traumatizada que, aún se debate entre el subjetivismo y la rebeldía, vícitima de una posibilidad mínima de realización-expresión."


Contraportada del libro